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rras; pero el Señor les asignó el diezmo de todos lay frutos que se recolectasen, señalando para su resj dencia cuarenta y ocho ciudades, diseminadas en las demás tribus. 58. Los jueces. — Gedeón. Desde la muerte de Josué el pueblo no se gober naba por un solo jefe mas cada tribu se regía sepa radamente por una Junta, ó Consejo, compuesto de ancianos. Sin embargo, ocurrió no pocas veces que un solo juez goberna:a varias ó todas las tribus. Uno de estos fué Gedeón, escogido por Dios para libertar á su pueblo de la servidumbre de los madianitas, ¿ cuyo yugo le había sujetado en castigo de su idolatría; Gedeón logró reunir un ejército de treinta y dos mil hombres ; pero como Dios no quería que los ¡s' raelitas tuvieran motivo alguno para atribuirse ly gloria de haber conseguido su libertad, ordenó¿ Gedeón que despachara á todos los cobardes, y por esta razón marcharon 22.000. Aún le pareció al Se: ñor demasiada gente los diez mil restantes, y dijo¿ Gedeón : « Condúcelos á la fuente de Jezrael, y á lo que vieres tomar un poco de agua con el hueco de ka mano para mitigar la sed, lléyalos en tu compañía; y despide á los que se arrodillaren para beber más cómodamente. » Quedaron sólo 300 guerreros ; ma fueron bastantes para vencer á los enemigos, gracias á la estratagema de que se sirvió Gedeón. Por disposición del Señor ordenó el juez isra lita que cada soldado llevase en lugar de armas un: trompeta en una mano, y en la otra, un cántaro dé barro con una luz dentro. Hacia la media noche a proximáronse sigilosamente al campamento de lo madianitas, y, 4 una señal convenida, gritaron toda? á la vez: «La espada de Dios y de Gedeón »; al mis mo tiempo tocaron las trompetas, rompieron estre

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