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E 2 ee : al” reducida á cenizas, y sus habitantes, pasados á cu- chillo, con excepción de la familia de Raab, cuyas vi- das perdonaron, conforme á la promesa hecha por los dos espías israelitas salvados por aquella mujer. 57. Conquista de Canaán. Irritado Adonisedec, rey de Jebús, por la alian- za que los naturales de Gabaón hicieron con los is- raelitas, puso sitio á su ciudad, ayudado por otros cuatro reyes. Avisado Josué del peligro que corrían los gabaonitas, voló en su socorro al frente de los sol dados más valientes y aguerridos de su ejército, Ga- baón era salvada; porque, sorprendidos los sitiadores con el ataque inesperado de los israelitas, diéronse á la más vergonzosa fuga, perseguidos á la vez por el cie- lo y por Josué: pues mientras las tropas de Israel acuchillaban sin piedad á los soldados de los cinco reyes aliados en su desastrosa retirada, el cielo lan- zaba, airado, sobre los desventurados una espantosa lluvia de piedras. Iba ya á oscurecer, y aún no se ha- bía logrado á juicio de Josué la completa victoria sobre los enemigos, cuando, mirando al cielo, hacia el lugar por donde el sol quería ocultarse, exclamó el valeroso caudillo : «Detente, sol, encima de Ga- baón, y tú, luna, no pases del valle de Ayalón, » El sol y la luna, obedientes á su mandato, detuvieron su carrera todo el tiempo que los soldados de Israel necesitaron para desbaratar completamente á sus enemigos. Tan afortunado fué Josué en sus batallas, que en el espacio de seis años derrotó á treinta y un reyes, y conquistó igual número de reinos, desde los con- lines de Egipto é Idumea hasta el Líbano y Sión. Dueño ya de la tierra prometida, procedió por medio de la suerte á su repartición entre las doce tribus de Israel. A los descendientes de Leví no se dieron tie-

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