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— MM — 55. Muerte de Moisés. En el recuento que Moisés y Eleazar hicieron del pueblo por orden del Señor, hallaron que no existía ya ninguno de los que se encontraban al pie del monte Horeb hacía treinta y nueve años, con excepción de Josué y Caleb. Hiízoles un largo razonamiento para recordarles los inmensos beneficios dispensados por Dios, librán- doles de la servidumbre de los egipcios y mantenién- doles á fuerza de milagros por espacio de cuarenta años en el desierto. Exigióles nuevamente solemne juramento de que se conservarían siempre fieles á Dios, cumplirían sus mandamientos y obligarían á sus hijos á cumplirlos, se guardarían de comunicar con los cananeos y aborrecerían de todo corazón su idolatría. Y designando á Josué sucesor suyo en el gobierno supremo de Israel, se despidió de su amado pueblo, dando su bendición á cada una de las tribus. Subió después al monte Nebo, donde, mostrándo- le Dios el país de Canaán, le dijo : « Ahí tienes la tie- rra que yo prometí á Abraham, á Isaac y á Jacob. » Sus ojos disfrutaron algún rato del bello panorama del ansiado país; luego se cerraron, para no abrirse ya á esta vida miserable, y expiró Moisés apacible y dulcemente. Asímurióá la edad de 120añosel más sabio de los legisladores, el más célebre de los caudillos, el más antiguo de los historiadores, el gran profeta Moisés, á quien su pueblo le lloró por espacio de treinta días. 56. Paso del Jordán y toma de Jericó. El Señor dijo á Josué: « Mi siervo Moisés ha muerto ; levántate y pasa el Jordán sin temor : que yo estoy á tu lado. » Obedeciendo el nuevo caudillo á la voz de Dios, púsose inmediatamente en marcha
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