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le tamaño prodigioso, y ponderando en alto rtilidady delicia del país.«La tierra, decian, Los exploradores de la tierra de Canaán. produce en verdad arroyos de leche y miel; pero las ciudades están muy fortificadas, y sus defensores son gigantes, á cuyo lado nosotros parecemos langos- tas 49. Murmullos y sediciones. Al oir los israelitas la relación de los explorado- res, se amedrentaron en extremo, y amotinándose contra Moisés y Aarón, decían : « ¿Por qué no habre- mos muerto en Egipto? ¡Oh! si pereciésemos si- quiera en este desierto!» En vano Josué y Caleb ponderaban, para calmarlos, la belleza y fertilidad del país, á cuyos habitantes podrían fácilmente des- truir teniendo á Dios á su favor. El pueblo no les escuchaba; al contrario, instiga- do por los otros diez emisarios compañeros de Josué

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