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== Y S che, heridos por el ángel exterminador. En la misma hora, Faraón, horrorizado, llamó á Moisés y á Aarón, y les dijo : « Salid de mi reino con presteza y llevad con vesotros todos vuestros ganados.» « Apresuraos á dejar nuestro país, añadían los egipcios, de lo con- trario vamos todos á perecer. Los israelitas salieron de Rameses en número de seiscientos mil, sin contar los niños ni las muje- res, llevando consigo multitud de rebaños y muchas alhajas de oro y plata pedidas á los egipcios. 40. Paso del mar Rojo. Guiados los descendientes de Jacob, de día por una columna de nube y de noche por una columna de fuego, llegaron á las costas del mar Rojo. Arrepentido Faraón de haberlos dejado escapar, persiguiólos con un poderoso ejército, dándoles alcance cerca de di- cho mar; y cuando los israelitas se vieron amenaza dos por sus soldados, sobrecogidos de pavor, murmu- raron amargamente de Moisés. « Tranquilizaos, her- manos míos, les decía éste, ya veréis los prodigios que obrará el Señor para destruir á vuestros enemi- gos. De pronto la columna de nube se colocó á la retaguardia del pueblo de Israel, y mientras proyec- taba sobre los egipcios sombras tenebrosas, alum- braba con gran claridad á los israelitas. Además, ex- tendiendo Moisés su vara sobre el mar, dividiéronse las aguas, formando á diestra y siniestra como dos enormes murallas, por medio de las cuales pasaron: los hebreos á pie enjuto. Los egipcios alcanzaron aquel camino, improvisado por las manos del Omnipoten- te para salvar á su pueblo, y por una ceguera incom- prensible se metieron por él en persecución de los fugitivos. Dios introdujo entonces una perturbación espantosa en las filas del ejército de Faraón, cundió

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