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recibimos de Dios la salud y el bienestar, ¿por qué no hemos de recibir igualmente la enfermedad y la tri- bulación ? » Por aquí se comprenderá cuán digna de censura es la con- ducta de aquellos hombres, que se manifiestan piadosos cuando gozan de salud, y se muestran impacientes en la enfermedad. Dios nos envía ambas cosas en este mundo para ofrecernos ocasión de merecimiento. 33. Los amigos de Job. Enterados tres príncipes, amigos de Job, de las desgracias que le habían sobrevenido, fueron á visitarle y á consolarle. Tan desfigurado estaba, que no le conocieron, y rasgando sus vestiduras, prorrum- pieron en sollozos, sin atreverse á proferir palabra. El paciente Job. Persuadidos como estaban de que tamañas des- gracias no las permite Dios sino para castigo de los pecadores, creyeron falsamente que por alguna mal- dad enorme y oculta debió el Señor cubrir de lepra tan hedionda el cuerpo de su amigo; mas Job refu-

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