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E RA Ps £ ns 15 neros la quinta parte de los frutos de la tierra, y as tenga para proveer de alimento al país cuando llega ren los años de esterilidad y carestía. » «Tú mism« serás ese varón, le dijo el rey, entusiasmado de su asombrosa sabiduría ; á ti te constituyo virrey de to- do el Egipto, pues veo que estás lleno del espíritu de Dios. » Durante los años de fertilidad anunciados por José, se hicieron, pues, por orden suya las reservas de trigo necesarias para los tiempos de carestía y esterili- dad,que no tardaron en venir. Gracias á esta medida, Egipto se vió libre del hambre, y aun tuvo suficiente trigo para venderlo á los extranjeros. En Canaán por el contrario causaba grandes estragos esta plaga terrible, pues las mezquinas cosechas recogidas por los labradores, no bastaban para cubrir las necesida- des más perentorias de sus propias casas hasta en la familia de Jacob llegaron á escasear los víveres en tanto grado, que sus hijos se vieron precisados á com- prarlos en Egipto, quedando solo Benjamín, el mi nor de ellos, en compañía de su padre. Cuando llega- ron á Egipto, se presentaron á José en demanda de trigo, y aunque ellos no le conocieron, fueron cono- cidos por José, quien juzgó conveniente por enton- ces fingir no conocerles y tratarles con aspereza. «¿De dónde sois ? les dijo. Sois sin duda espías, y venís á reconocer los puntos más débiles del país. » «Venimos de Canaán, contestaron ellos, aturdidos de espanto; éramos doce hermanos, hijos de un mismo padre, el más chico ha quedado en casa, y el otro hace mucho tiempo que murió. » « Ahora me confirmo en que sois espías, repuso José. Por vida de Faraón, os prometo que no saldréis de aquí hasta que me hubiereis traído al menor de vuestros her- manos. » Dicho lo cual, metiólos en la cárcel, y túvo- los allí encerrados por espacio de tres días.

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