BCCPAM000313-2-05000000000000

AA : A E cienda de su señor. Era además José joven de ros- tro hermoso y de gallarda presencia. Enamoróse de él perdidamente la mujer de Putifar, y, llevada de su pasión, trató de seducirle. En vano le expuso José la maldad enorme que suponía pecar contra un amo. cuya entera confianza se había merecido, gracias á su virtud y honradez ; la mujer no escuchó otras vo- ces que las de su pasión. Cierto día que le halló solo en su aposento, despachando algunos asuntos, entró en él, y, asiéndole de la orla de su capa, le declaró su criminal intento; pero José, casto como la paloma, dejóla capa en las manos de la mujer, y huyó precipita- damente de la casa. Viéndose burlada aquella pér,.da, calumnió á José delante de su marido, atribuyéndole el haber pretendido deshonrarla descaradamente en su mismo cuarto. Putifar, dando fe á las falsas pala- bras de su esposa, ordenó que encarcelaran al criado. 25. José en la cárcel. Dios favoreció en la cárcel á José, Porque se condujo en ella tan correctamente, y de tal manera supo granjearse la benevolencia del alcaide, que llegó éste á confiarle la inspección de los demás presos. Un día, vió á dos de éstos muy preocupados y afligidos por un sueño que habían tenido y no acertaban á comprender; eran el copero mayor y el repostero principal de Faraón. El primero refirió su sueño de esta manera : «Ví que una vid con tres sarmientos crecía insensiblemente hasta echar botones, florecer y dar luego preciosos racimos. Tenía yo en la mano la copa real, y habiendo exprimido los racimos en ella, se la ofrecía á Faraón. » José respondió : « Los tres sarmientos signif can tres días, al cabo de los cuales el rey te llamará para que le sirvas en tu primitivo empleo. Acuérdate de mí entonces, é intercede cerca del rey para que me saque de esta cárcel. »

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz