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e que no pueda levantarme á su presencia, porque me siento indispuesta. » De este modo quedaron bur- ladas las pesquisas de Labán. Jacob, por su parte, habló á Labán con acrimo- nia, y le recordó los malos tratos de que fué objeto, mientras estuvo sirviéndole en su casa por espacio de veinte años. Después de algunos razonamientos llegaron á hacer las paces : Labán se retiró á su casa, y Jacob siguió su camino hacia la tierra de Canaán. 22. Jacob se reconcilia con su hermano Esaú. Poco tiempo después, Jacob despachó mensaje- ros á su hermano Esaú, que residía en Seir, en Idu- mea, para decirle: « He permanecido hasta hoy en casa de Labán, mi tío ; poseo bueyes, asnos y ovejas, esclavos y esclavas, y te envío estos mensajeros con el objeto de hallar gracia en tus ojos. » Los mensaje- ros regresaron llevando esta nueva á Jacob : « Fui- mos á tu hermano Esaú, y mira cómo viene presuroso á tu encuentro con cuatrocientos hombres. » Al oirlo, estremecióse Jacob, y, concibiendo grandísimo miedo, tomó la providencia de dividir á su gente en dos ban- das con sus rebaños y ganados, á fin de que la una pudiera salvarse, si Esaú acometía y destrozaba la otra. Al mismo tiempo hizo á Dios la siguiente ora- ción : ¡Oh Dios de mi padre Abrahám y de mi padre Isaac! que me ordenaste volver á mi tierra, y me pro- metiste tu asistencia; que me hiciste pasar este río cuando no poseía sino un simple cayado, y ahora vuel- vo con dos cuadrillas de gentes y ganados; ¡líbrame de las manos de mi hermano Esaú, porque le temo mucho ! Después de separar de sus rebaños algunas ma- nadas para regalarlas á su hermano, mandó á los cria- dos que se adelantasen con su manada respectiva, con orden de ofrecerla á Esaú si por ventura se en-

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