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— 322 — CAPÍTULO VI. Estado de la Iglesia desde la revolución francesa hasta nuestros días. 36. El filosofismo en Francia. El principio del libre examen individual pro- clamado en mala hora por el protestantismo, tuvo numerosos adeptos en todos los estados de Europa en el siglo XVIII con la aparición del naturalismo filosófico, hijo legítimo del protestantismo. Como el naturalismo filosófico tendía á la destrucción del or- den sobrenatural, rechazaba en absoluto la inspira- ción de las Santas Escrituras, burlábase de los pre- ceptos evangélicos y de las creencias religiosas, hacía chacota de la piedad de los fieles y, en una palabra, aspiraba á la abolición del cristianismo. Esto pro- ducía, como puede suponerse, mucha incredulidad en materia religiosa y gran depravación de costumbres, mezcladas con hipócrita santurronería, entre las ela- ses elevadas, principalmente en Francia, donde abun- daban los escritos satíricos, repletos de agudezas y de chistes burlescos contra la religión. Esta obra de impiedad la llevaron á cabo espe- cialmente los enciclopedistas, cuyos escritos en tal manera contribuyeron á la descristianización de las clases elevadas, que muchos intelectuales hasta ha- cían gala de despreocupados y poco escrupulosos en asuntos de religión. El principal corifeo de este movi- miento racionalista fué Voltaire, hombre de agudo ingenio y de costumbres depravadísimas, que en el espacio de sesenta años no cesó de publicar escritos en extremo impíos y obscenos. Diderot y D Alamberl siguieron sus pasos al grito de la blasfema expresión ¡dns Pinfame ! (¡Aplastad al infame !), inventada

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