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En este concilio se fijó el canon de la Sagrada Escritura, determinando cuales son los libros escritos por inspiración divina, señalóse la Vulgata como la versión auténtica de las Santas Escrituras, y el con- sentimiento unánime de los Santos Padres como regla de interpretación de las mismas. Además de lo con- tenido en los libros sagrados, se reconoció también como fuente de fe lo transmitido por la Tradición. La doctrina católica sobre la gracia y el libre albe- drío, el pecado original, los sacramentos, el purgato- rio, las indulgencias y, en general, todos los dogmas atacados por la herejía, fueron definidos con mucha claridad y precisión. : Entre las reformas aceptadas por el concilio de » Trento, todas ellas provechosas y elaboradas con gran madureza, merecen citarse : 1%. La publicación del Catecismo que lleva su nombre, del cual los demás no son sino un compendio ; por este medio los cristia- nos son instruídos en la doctrina cristiana desde sus más tiernos años. 2*. La institución de seminarios en cada diócesis para la formación de los jóvenes que aspiren al sacerdocio ; de este modo se obtienen dig- nos ministros del Señor, que, dotados de la ciencia y la virtud competentes, puedan cumplir laudablemen- 4 te con los deberes de un celoso pastor de almas y conducir á éstas por la senda de la piedad y la prác- tica de las virtudes cristianas. El protestantismo arrebató, es verdad, á la Igle- sia gran número de provincias, y separó de su obe- diencia millones de fieles; pero las conquistas lleva- das á cabo por los jesuítas en Oriente y los dominicos ¡y franciscanos en América, indemnizaron cumplida- 7] mente á la Iglesia de las pérdidas ocasionadas por la funesta reforma. 4005

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