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— 308 — char estas cualidades en beneficio de los planes am- biciosos que meditaba. A los cuarenta años de su edad declaróse á sus paisanos Enviado por Dios como su profeta para enseñar á los hombres la verdadera religión; y á este fin, fingía revelaciones y apariciones de espíritus celestiales, en especial del arcángel San Gabriel. Consiguió engañar á algunos incautos ; pero los demás compatriotas, lejos de reconocerle por pro- feta, Ó le despreciaron como á loco, ó le vigilaron muy mucho considerándole peligroso perturbador; y viendo Mahoma en riesgo su vida en La Meca, huyó á Yatreb el año 622. Esta ciudad, que más tarde se llamó Medina, recibió muy bien al fugitivo, pues por rivalidades mercantiles era enemiga declarada de La Meca. Desde esta huída (égira) comienza la era, ó cronología, de los mahometanos. En Medina dedicóse Mahoma á inquietar y robar las caravanas que hacían el comercio de Siria á La Meca. En una de sus fechorías mató á 72 viajeros per- tenecientes á'esta ciudad, y los habitantes de La Meca, resueltos á vengar la muerte de sus paisanos, atacaron tan denodadamente á Medina, que Mahoma pudo escapar con vida á duras penas. No desmayó de su empeño el falso profeta ; reu- niendo un considerable ejército con cuantos vagos había en el país, trató de imponer su religión por me- dio de la fuerza. Fuéle propicia la fortuna, porque en pocos años logró dominar á toda la Arabia, á pesar de ser tan dilatada y estar poblada por tantas y tan belicosas tribus ; y al entrar victorioso en La Meca, destruyó los ídolos de su Kaaba, famoso templo en el que se daba culto hasta á 360 divinidades. Las vic- torias del islamismo no pudieron menos de causar en los reinos vecinos el consiguiente pánico, sobre todo en el imperio bizantino, donde las intrigas de los cortesanos y la honda separación que lo. cismas y

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