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— 301 — ordenado la matanza de los habitantes de Tesalónica ; y como el príncipe adujese á su favor el ejemplo de David, á la vez adúltero y homicida, el obispo le interrumpió diciendo : « Puesto que le imitaste en el pecado, imítale también en la penitencia. » Escribió muchos libros, llenos todos de sabiduría y de pie- dad. S. Agustín, obispo de Hipona, llamado el águila de los doctores á causa de la gran penetración de su ingenio, profesó por algún tiempo los errores mani- queos ; pero movido por los discursos de 5. Ambrosio é iluminado interiormente por la divina gracia, aban- donó aquella perniciosa secta, y abrazó la religión católica. Desde entonces consagró su talento y su pasmosa facilidad en el hablar y en el escribir al ser- vicio de Dios, convirtiendo á los paganos, promo- viendo la piedad en los fieles, conservando en su pu- reza la fe católica y combatiendo sin descanso á los maniqueos, donatistas, pelagianos y demás herejes, cuyas doctrinas refutó con irrebatibles argumentos, poderosa elocuencia y asombrosa habilidad. Sus es- critos están llenos de sabiduría y evangélica unción, y matizados con tan admirables sentencias, que ape- nas hay libro devoto que no las apropie, ó discurso que no guste de adornarse con ellas. En las cuestiones teológicas más difíciles, como la predestinación, el libre albedrío y la gracia, es S. Agustín Maestro seguro y doctor sutilísimo. S. Gregorio, por sobrenombre el Grande, fué uno de los papas más renombrados que ha tenido la Igle- sia. La multitud y grandeza de las empresas que llevó á feliz término, le hacen acreedor al respeto de todos, aun de los propios protestantes. Envió al monje S. Agustín con cuarenta compañeros á la conversión de los ingleses; con gran circunspección y madureza examinaba y fallaba las causas que le remitían los
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