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donianismo, principalmente en Constantinopla, cuyo obispo fué; hasta que, llevado de su profunda humil- dad y persuadido de que no cesarían las envidias de sus enemigos, mientras permaneciera en posesión de la silla patriarcal de la mencionada ciudad, renunció voluntariamente á ella, y se retiró á la soledad para dedicarse á la oración y á la penitencia. S. Juan, patriarca también de Constantinopla, llamado el Crisóstomo (boca de oro) por su admirable elocuencia. Combatió enérgicamente los vicios, fo- mentó entre los fiefes la piedad cristiana, alabó la virtud en hermosos discursos, y defendió la vida mo- nástica de los ataques que hasta los mismos cristianos dirigían contra ella. Escribió muchos libros sobre di- versas materias con gran maestría y erudición, sufrió , muchas persecuciones, fué varias veces desterrado, y murió, finalmente, víctima de los malos tratos que durante el viaje al Ponto Euxino le dieron los sol- dados. 24. Santos Padres latinos. De los Padres latinos suelen citarse principal- mente los siguientes : h S. Hilario, obispo de Poitiers, á quien S. Jeró- la nimo llamaba Ródano de la elocuencia latina, fué ne tenido en suma veneración por el episcopado francés á causa de su mucha virtud y sabiduría. Por haberse opuesto tenazmente á las exigencias de los innova- dores, mereció ser desterrado á Frigia. Estando en Constantinopla, se enteró de la herejía que los mace- donianos comenzaron á propagar por aquellos tiem- pos, é impulsado por su ardiente amor á la fe de Jesu- cristo, presentó al emperador Constancio un escrito, donde, entre otras cosas, decía : « Siendo invariable la doctrina de la Iglesia, mo debe tomarse por suya esa multitud de fórmulas que diariamente están cam-

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