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a AS PRAT eN 8 4:y á 298 de vencer la férrea voluntad de este obispo. Cierto día preguntóle el prefecto Modesto : « ¿Por qué no profesas tú la religión del emperador, habiendo ya convenido en ello todos los demás obispos ? — Por- que mi emperador no lo quiere; no puedo adorar á criatura alguna, siendo yo también criatura de Dios, ¿Por quién me tomas ? — Por nadie en cuanto ordenas estas cosas. — ¿Sabes con quién hablas ? — Sí, por cierto : tú eres prefecto y persona ilustre, pero no eres digno de mayor respeto que Dios. — ¿ De manera que tú no temes esta potestad ? — ¿Y por qué he de temerla ? ¿Con qué me amenazas ? — Con la confiscación de los bienes, con el destierro, los tormentos y la muerte. — Si tienes reservado algún otro castigo, dímelo, pues de los que acabas de enu- merar ninguno me hace mella; no la confiscación, pues no poseo más prendas que estos pobres vestidos y unos pocos libros; no el destierro, porque aquí, donde me ves, me considero desterrado, y allá, donde me envíes, encontraré mi patria : que en todas partes está Dios ; no los tormentos, puesto que no sé dónde podría recibirlos, siendo mi cuerpo puro hueso ; ni tampoco la muerte, antes la tendré por gran merced, pues ella logrará reunirme más presto con Dios, para quien vivo y hacia quien camino hace ya mucho tiempo. — Aparentando entonces afabilidad y blan- dura, le dice el prefecto : « Tan sólo te pedimos que condesciendas á quitar del símbolo la palabra con- substancial. » — Y el santo obispo le contesta : « Lejos de quitar ó añadir palabras, ni siquiera toleraré que se cambie el orden en que están colocadas. » S. Gregorio Nazianzeno, gran amigo de 5. Basilio, hombre dotado de extraordinaria virtud, rara elo- cuencia é infatigable celo por la doctrina católica, trabajó sin descanso por la paz y unión de las igle- sias, combatió con energía el arrianismo y el mace-

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