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0, de Dios. Cuando Nestorio predicó por vez primera estas -blasfemias, el clero y el pueblo, horrorizados, salieron de la Iglesia. Con objeto de atajar los progresos de este error y devolver al pueblo cristiano la paz que le había sido arrebatada por las blasfemias de Nestorio, el Sumo Pontífice Celestino convocó un concilio general en Éfeso el año 431, al que asistieron cerca de 200 obispos. En este concilio quedó definido que en Jesu- cristo no hay más que una persona, y ésta divina, y que María es y debe ser llamada madre de Dios, pues- to que dió al mundo una naturaleza humana unida hipostáticamente á la segunda persona de la San- tísima Trinidad. Los fieles reunidos en la ciudad de Éfeso celebraron el triunfo de María con trasportes de regocijo, y desde esa fecha comenzaron á rezar públicamente junto con la salutación angélica esta hermosísima oración, compuesta por los Padres del citado concilio : «Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. » Nestorio fué excomulgado y depuesto de su silla por el concilio, y luego desterrado á un monasterio de Antioquía por orden del emperador ; pero como no cesara aun desde allá de fomentar discordias entre los obispos, le despacharon á Egipto, donde murió con la lengua comida por los gusanos y ma- nando podre por todo su cuerpo. 21. Eutiquianismo. Eutiques, jefe de esta herejía, era superior de un celebérrimo monasterio de Constantinopla. Por haber interpretado malamente ciertas palabras pro- nunciadas por Cirilo, patriarca de Alejandría, y lle- vado de su excesiva vehemencia contra la doctrina de Nestorio, cayó en el error opuesto al de éste, dedu- $? ae
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