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y ¿ $ Po A 292 — entre los miembros de la Iglesia, cuya autoridad é infalible magisterio no quisieron reconocer, llevados de su orgullo y aficionados en demasía á su propio juicio. Se les conoce con el nombre de herejes; los ha habido en todos los siglos ; y la saña con que per- siguieron á los que se mantenían constantes en la pura fe de Jesucristo, superó muchas veces á la ferocidad desplegada por los paganos contra los cristianos. Cinco son las herejías más importantes que en los siglos IV y V turbaron la paz de la Iglesia, á saber: el arrianismo, el macedonianismo, el nestorianismo, el eutiquianismo y el pelagianismo. 17. Arrianismo. El fundador de esta herejía fué Arrio, presbí- tero de Alejandría. Despechado este ambicioso sa- cerdote por no haber conseguido la silla patriarcal de Alejandría, que tanto había apetecido, comenzó á predicar contra la doctrina del patriarca Alejandro, elegido para obispo de aquella sede en lugar de Arrio. El audaz heresiarca negaba la divinidad del Verbo, enseñando que el Padre lo había creado libremente de la nada ; por manera que no era eterno, aunque sí anterior á todas las demás criaturas y de una natu- raleza superior á ellas. Con esto el malvado presbí- tero destruía el fundamento de nuestra religión, que reconoce y adora á Jesucristo como verdadero Dios, consubstancial al Padre y eterno y perfecto como éste. Dotado Arrio de mucha erudición y elocuencia, y no careciendo aparentemente de virtud, logró hacerse con muchos partidarios no sólo entre el vulgo sino también entre los clérigos. El año 325, gracias á las facilidades que dió el emperador Constantino, se reunieron en Nicea 318 obi-pos bajo la presidencia de los legados enviados por el Papa. En este Concilio se examinó cuidadosa-

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