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— 291 — El año 313 Constantino y Licinio publicaron el famoso edicto de Milán, por el que se concedía á los cristianos el libre ejercicio de su culto, y se ordenaba que les fueran restituídas las iglesias, posesiones y demás inmuebles de que habían sido despojados. CAPÍTULO Il. . - A ., . +. Principales herejías, y Concilios que las condenaron. 16. Los herejes. Gracias á la libertad concedida por Constantino á la religión cristiana, ésta se propagó rápidamente por las provincias de su mando y alcanzó en corto tiempo notable desarrollo. No sucedió lo propio en las provincias gobernadas por Licinio ; pues despachó de su palacio á los cristianos, negó á los obispos el de- recho de reunirse en concilio, y á los oficiales del ejército que rehusaban sacrificar á los ídolos, los desautorizó y privó de sus dignidades. Uno de sus prefectos, llamado Agricolao, era quien arrojó al estanque helado á aquellos cuarenta soldados cris- tianos de Sebaste en Armenia, cuyo martirio celebra la Iglesia el día diez de marzo. Mas cuando Constan- tino se hizo dueño único de todo el imperio, cesaron estas calamidades, se aumentó el prestigio de la reli- gión cristiana y se vió decrecerse palpablemente el culto de los dioses. Por desgracia no fué duradera la tranquilidad de que gozaba la Iglesia, pues vinieron á turbarla los malos cristianos, enseñando doctrinas contrarias á las profesadas por los verdaderos fieles. Con lo que alborotaron las conciencias y sembraron divisiones

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