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2 eb 4 ” $ —. BY — Mas no todos los cristianos tuvieron la virtud y la fortaleza necesarias para confesar á Jesucristo; muchos, desgraciadamente, apostataron de la fe, aco- bardados por la acerbidad de los tormentos y la fiere- za de los jueces ; lo que fué debido á haberse enti- biado en ellos notablemente el fervor religioso y estar sus corazones demasiado apegados á las cosas de la tierra. Este escándalo se dió principalmente en Ale- jandría y en Cartago; pero algunos renegados reci- bieron de Dios*auun en este mundo el castigo mere- cido. 12. Octava persecución, bajo Valeriano. (Año 257.) Valeriano se mostró al principio de su reinado muy benévolo con los cristianos, y no contento con dejarles practicar libremente su religión, les favoreció y distinguió hasta el extremo de admitir á muchos de ellos en su mismo palacio. Estas amistosas rela- ciones existentes entre el príncipe y la Iglesia, vino al fin á romperlas Macrino, general del ejército. Ha- bíase éste captado toda la confianza del emperador, y como era aficionadísimo á las supersticiones paga- nas y enemigo acérrimo de la religión cristiana, indujo á Valeriano á promulgar varios decretos contra los fieles. Primero prohibió las reuniones de los cristianos y desterró á los obispos; luego ordenó que fueran con- denados á muerte los obispos, presbiteros y diáconos. Por otro edicto privaba de sus dignidades á los sena- dores, caballeros y nobles cristianos, arrebatándoles también la vida si perseveraban en su fe ; y las damas nobles eran despojadas de sus bienes y desterradas. Aunque por los edictos de este emperador no se per- seguía de intento á los fieles plebeyos, muchos de éstos experimentaron, sin embargo, las vejaciones de

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