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= UN = 2. Sitio de Jerusalén y ruina del pueblo judío. Durante el imperio de Nerón, exasperados lo; judíos por las excesos y la crueldad de los goberna- dores romanos, intentaron sacudir el yugo de éstos, Dos motivos movían á los judíos á acometer esta arriesgada empresa : por un lado los vaticinios de muchos falsos profetas, los cuales lograron persuadir al pueblo de que Dios había de socorrerle en el trance más desesperado con auxilios extraordinarios ; y por otro lado un oráculo ambiguo fundado en las Sagra- das Escrituras, según el cual por aquellos tiempos nacería de su linaje quien obtuviese el imperio de todo el orbe. Acrecentáronse las esperanzas de los descendientes de Jacob con el descalabro que hicieron sufrir á las tropas romanas mandadas por Cestio Galo, gobernador de Siria, quien luego de llegar de victoria en victoria hasta los muros de Jerusalén, retiróse apresuradamente, al parecer sin motivo jus- tificado ; mas, perseguido por los judíos, perdió en la huída gran parte de su gente, muchos caballos y el bagaje. Cuando los cristianos de Jerusalén vieron cer- 'ada la ciudad por el ejército romano, conocieron que era ya llegada la hora de su desolación, según la pro- fecía de Jesucristo; y abandonándola inmediata- mente, fueron á refugiarse á Pella, pueblecito situado en la montaña al otro lado del Jordán, en unión de su obispo Simeón, sucesor del apóstol Santiago el Menor. Noticioso Nerón de la derrota sufrida por Cestio, envió para reemplazarle á Vespasiano, quien con un ejército de sesenta mil hombres penetró por Galilea, y arrasando ciudades, asolando campos y matando judíos, no paró hasta llegar á las puertas de Jerusa- lén. Esta desgraciada ciudad estaba á la sazón divi-
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