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— 26 — significar muy bien la Sagrada Escritura las mara- villosas concepciones del ingenio griego. Finalmente, en las piernas de hierro, con los pies parte de hierro y parte de barro cocido, estaba re: presentado el poderoso imperio romano, á cuyas aguerridas legiones ninguna otra legión podría resis. tir, y por cuyas leyes habrían de regirse las numerosas razas y regiones sujetas á su dominio. Todo habría de ceder á los golpes de la espada romana ; por eso el hierro de las piernas de la estatua daba bien á enten- der las empresas guerreras y la robustez de las leyes del pueblo romano. Pero de pronto una piedra desgajada del monte vecino da en los pies de la famosa estatua, y, desme- nuzando la parte de barro cocido, hízola caer con gran estruendo ; mas en su lugar creció de tal suerte aquella piedra, que cubrió toda la tierra cual inmensa montaña. La Iglesia de Cristo es esa piedra, despren- dida del monte santo de Sión sin que mano alguna la moviese ; ella quebrantaría la estatua, y sobre sus ruinas levantaría el reinado de paz y de amor, esta- blecido por Jesucristo, y este dulce reinado se exten- dería por toda la tierra, duraría hasta la consumación de los siglos, y su cetro no sería jamás traspasado á ningún otro imperio. ¡Cuánta admiración y qué firme esperanza no debe inspirar en nuestras almas la altísima providen- cia de Dios, que se sirve de los mismos acontecimien- tos de la Historia para desarrollar sus sabios planes en bien de la humanidad ! En ese maravilloso sueño de Nabucodonosor se lee la unidad de la Historia del mundo, el eterno pensamiento de Dios desenvolvién- dose lentamente á través de los sucesos verificados por la libre voluntad de los hombres. El imperio uni- versal fué, si bien se mira, uno, como una era la esta- tua ; los diversos fueron los pueblos que ejercieron
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