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— 263 — roo ts OS contento á los israelitas, intentaba llevársele á Je- rusalén, hizo valer su cualidad de ciudadano romano, y apeló al César. Por esta circunstancia fué enviado á Roma, don- de, aprovechándose de la relativa libertad que le con- cedieron los jueces, no cesó de predicar la fe de Jesu- cristo, logrando hacer cristianos á algunos servidores del palacio mismo del emperador. Al cabo de dos años, declarado inocente y puesto en libertad, salió de Ro- ma á evangelizar el mediodía de las Galias y España, y de allí partió para visitar las iglesias del Oriente. 75. Martirio de Pedro y Pablo. Estos dos apóstoles padecieron el martirio en un mismo día, durante la persecución suscitada por Nerón contra los cristianos. Pablo estaba en Oriente cuando estalló la tormenta, y apresuróse á irá Roma para sostener el ánimo de los fieles; pero detenido allí al poco tiempo por los soldados del emperador, fué encarcelado en un hediondo calabozo de la cár- cel Mamertina. Cediendo Pedro á las reiteradas instancias de los cristianos, acababa de salir de la ciudad con ánimo de burlar las diligencias que hacía el emperador para prenderle, cuando encontró á su divino Maestro car- gado con la cruz á cuestas. « Señor, ¿4 dónde vas ? » le pregunta, asombrado, el apóstol. Y Jesús le res- ponde: «A Roma, para ser crucificado de nuevo. » Conoció con esto Pedro cuál era la voluntad de Dios, y entrando en la ciudad, fué pronto detenido por los soldados del emperador y conducido á la misma pri- sión donde estaba Pablo. Allí tuvieron los dos após- toles el consuelo de convertir á la fe de Cristo á sus carceleros Proceso y Martiniano, los cuales fueron bautizados con el agua que Pedro hizo brotar mila- grosamente en un rincón del calabozo. : E y p AAA WA A pa di feo

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