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— 260 — 73. Ultimos años de la vida de María. Por más que la madre de Jesús huyese de Jery- salén durante la persecución suscitada por los judíos contra los fieles á raíz del martirio del diácono Es- teban, tardó poco en volver á esa ciudad, que ence- rraba para su corazón recuerdos tan tiernos y piado- sos. En ella pasó los últimos años de su vida mortal, consagrada enteramente á la oración, instrucción de los fieles y visita de los lugares santificados con la pasión de su divino Hijo, siendo el consuelo de los apóstoles en las muchas penas y dificultades que se les ofrecían en el desempeño de su sagrado ministe- rio. Sábese por una tradición, recibida unánimemen- te por todos los españoles desde la más remota anti- gitedad, que la madre de Dios, viviendo aún en carne mortal, se apareció al apóstol Santiago el Mayorá orillas del Ebro. Murió la Virgen María en Jerusalén hacia el año 54, á los setenta y dos de su edad, después de dar su última bendición á los apóstoles, reunidos milagro- samente al rededor de su lecho. La madre de Dios tiene en el cielo mayor interés, si cabe, por los hombres, del que tuvo cuando vivía aún en la tierra, y muéstrase ahora más misericordiosa, cuanto es más poderosa. Todos los cristianos debemos persuadirnos de que la devoción á la madre de Dios nos es altamente necesaria, pues Jesucristo la ha puesto en la Iglesia como nueva arca de Noé, para refu- gio de los que sinceramente quieran salvarse. 74. Tercer viaje apostólico de Pablo. Después de recorrer Pablo nuevamente varias ciudades del Asia Menor, se detuvo en ¡ feso, conside- rada entonces como la ciudad santa del paganismo griego, por encerrar dentro de sus muros su famoso templo de Diana. Allí bautizó en el nombre de Jesús
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