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UA Señor Jesucristo, os salvaréis tú y tu familia ; » é ims- truidos en la doctrina de Cristo, fueron bautizados aquella misma noche. 72. Pablo ante el Areópago. Después de recorrer otras varias ciudades, llegó Pablo á Atenas, emporio de las artes y de las cien- cias, asiento de la sabiduría pagana y baluarte de las ideas religiosas y políticas de la antigúedad. Desde el primer día de su llegada comenzó el apóstol á pre- dicar su doctrina en las sinagogas y en las plazas pú- blicas. Extrañados los filósofos de oir teorías no co- nocidas ni imaginadas hasta entonces, le rogaron que fuera á explicárselas en el Arcópago: El día señalado Pablo se presentó ante aquella ilustre asamblea de sabios para anunciarles la doctrina de Cristo en un elocuentísimo discurso, la novedad de cuyos pensa- mientos y la energía de su expresión dejáronlos ató- nitos y confusos. « Atenienses, les decía el intrépido apóstol, he observado que venís consagrando prefe- rente atención al culto y servicio de los dioses. Al ex- aminar yo una por una sus estatuas, he visto un al- far con esta inscripción : « Al dios desconocido. » Pues bien, ese Dios que adoráis, sin conocerle, es el Dios que yo vengo á anunciaros ; quien creó el mundo y cuantas cosas en él se contienen, y no ha menester para vivir, como necesitan las estatuas de los dioses, de las manos del artífice que las fabrica ; antes por el contrario, todas las cosas viven por la vida que él generosamente da : pues en él somos, vivimos y nos moyemos todos. » Gracias á este elocuente discurso, muchos filó- sofos abrazaron la fe de Jesucristo, entre los cuales se cuenta Dionisio Areopagita, más tarde obispo de Atenas. —

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