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La conducta del príncipe de los apóstoles causó no poca extrañeza á éstos y á los demás discípulos; ro bien pronto fueron disipadas sus dudas por Pe- dro, cuando, á su llegada á Jerusalén, les refirió la visión de Jope y los sucesos que tuvieron lugar en casa de € ornelio. Al terminar su relato el príncipe de los apóstoles, dieron todos gracias al Señor, y alabaron su infinita misericordia, exclamando : « Glorificado sea el Señor, porque en su bondad eterna concede lambién á los gentiles el poder arrepentirse de sus pecados para alcanzar el reino de los cielos. » Jamás podremos agradecer á Dios debidamente el bene ficio de habernos hecho cristianos. Bien pudo permitir el Señor que, en lugar de cristianos, fuéramos paganos ó mahometanos, máxime cuando el número de cristianos es muy inferior al nú- mero de los que no lo son; pero Dios, en su misericordia infinita, nos ha puesto, sin nosotros merecerlo, en camino de salvación. ¿Qué reprobable no será, pues, la conducta de aquellos cristia- nos que, en lugar de agradecer al Señor este inestimable bene- ficio con una vida ajustada, no cesan de ofenderle con conti- mos pecados ? 65. El Símbolo de la fe. El sím' olo de los apóstoles, por otro nombre Cre- do, es el que compusieron los apóstoles antes de se- pararse para ir á predicar el evangelio por todos los ámbitos del mundo. Es un compendio de la doctrina de Jesucristo, un resumen de las principales verda- des de la religión cristiana. Fué redactado con el fin de que los fieles de todos los tiempos y pertenecientes á todas las razas se mantuvieran perpetuamente en una misma creencia. 66. Pedro librado de la cárcel por un ángel. El año 36 de nuestra era Pedro se trasladó de Jerusalén á Antioquía, metrópoli de todo el Oriente, después de haber vivido cosa de tres años en la pri- mera ciudad. Con motivo de la persecución suscitada
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