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de ca " ' % or e et 7 A TN sostenido en el espacio por sus cuatro extremidades, dentro del cual hab a gran número de cuadrúpedos, re tiles y aves. Al poco rato oyó una voz, que decía : «Levántate, Pedro, mata y come. » — Pedro con- testó : « Líbreme el Señor de hacer semejante cosa; nunca en mi vida me manché comiendo manjares inmundos. » — La voz replicó : « ¿Cómo te atrevesá llamar inmundo á lo que Dios ha purificado ? » Hasta tres veces se repitió la misma escena. A los pocos mo- mentos le reveló Dios que estaban sperándole los tres hombres enviados á su busca por el centurión Corne- lio, y ordenóle que fuera en su seguimiento sin temor ninguno. Efectivamente, acababan aquellos de llegar, preguntando por el apóstol. Cuando Pedro entró en Cesarea, recibióle Cor- nelio rodeado de parientes y amigos y con grandes demostraciones de respeto, rogándole, después de referirle la visión, que se dignara manifestarle la vo- luntad de Dios. Persuadido el príncipe de los apósto- les por el Espíritu Santo en el maravilloso éxtasis de Jope de que Dios no es aceptador de personas, y que en su bondadoso corazón tienen benigna acogida asi los judíos como los gentiles, habló á los circunstantes de la doctrina de Jesucristo, Hijo de Dios, y de los hechos portentosos acaecidos en*su vida, muertey resurrección con gran unción y ardiente palabra. No había aún terminado su discurso, cuando el Espíritu Santo descendió súbitamente sobre los neófitos gen- tiles, los cuales comenzaron á hablar en diferentes idiomas con gran asombro de los judíos convertidos que acompañaron á Pedro á Cesarea. Entonces exclamó el apóstol con voz conmovida : « ¿Quién osa- rá negar las aguas del bautismo á quienes, al igual que nosotros, han recibido el Espíritu Santo ? » y or- denó que fuesen bautizados en el nombre de Jesú- cristo. | | | |

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