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250 — ta Damasco, donde pasó tres días sin comer ni beber Uno de los discípulos de Jesús, por nombre Ana. nías, residente á la sazón en aquella ciudad, recibió orden del Señor de visitar al recién convertido, y en. trando en la casa donde éste se hospedaba, le dijo: Saulo, hermano mío, el Señor Jesús, que se te ha aparecido en el camino, me envía para que recobres la vista, y quedes lleno del Espíritu Santo. » En aca: bando de decir estas palabras, Saulo recobró la vis. ta, y momentos después se hizo bautizar. Convertido Saulo de perseguidor de los fieles en predicador incansable de la fe de Jesucristo, comenzó á enseñarla en las sinagogas con gran fortaleza de es- píritu y elocuencia arrebatadora. El cambio radical verificado en la persona de Saulo tenía pasmados á todos los judíos, pues ya sabían que había llegado á la ciudad con órdenes apremiantes para prender á los prevaricadores de su ley ; pero pasando muy pronto del asombro al odio más encarnizado, formaron el propósito de quitarle de en medio, y, alintento, acecha- ron día y noche la casa donde residía el intrépido dis- cípulo. Saulo logró burlar su vigilancia ; pues apro- vechando la oscuridad de la noche, se hizo bajar de los fieles por el muro en una espuerta, y huyó. 63. Otros milagros obrados por el príncipe de los apóstoles, Pedro, príncipe de los apóstoles, no despreciaba coyuntura para visitar á los fieles y robustecerlos en la fe, cual vigilantísimo y bondadoso pastor, y con este objeto encaminóse para Lida, donde la causa de Jesucristo contaba con buen número de prosélitos. Había allí un paralítico, llamado Eneas, que llevaba ya ocho años postrado en cama, de cuya desgracia compadecido el apóstol, le dijo : « Eneas, Jesucristo va á devolverte la salud : levántate y arregla tu le- cho. » El paralítico se levantó completamente cura-
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