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248 cóse el diácono para preguntarle: « ¿Entiendes por ventura lo que lees?» — El tesorero contestó: ¿Cómo voy á entenderlo, si no hay quien me lo ex. plique ? ñarle la doctrina de Jesucristo, á quien se refería Aprovechó Felipe la ocasión para ense- Isaías en ese pasaje ; y fué tan dócil el tesorero, que ansiando vivamente formar parte de la nueva Igle- sia, dijo al diácono, al llegar junto á un arroyuelo: « Aquí hay agua, ¿qué te impide bautizarme ?» — 5 Felipe convierte al tesorero de la reina Candace. « Si crees en Jesucristo, respondió el diácono, puedes recibir el bautismo. »— El tesorero exclamó : «¡Creo, sí, que Jesucristo es el Hijo de Dios! » Dichas estas palabras, bajaron del carruaje y se acercaron al arroyo, con cuya agua Felipe le bautizó. Después de-lo cual el diácono fué arrebatado por el Espíritu Santo de los ojos del tesorero, y éste prosi- gu.ó su camino, henchido el corazón de gozo y ala- bando la misericordia del Señor.

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