BCCPAM000313-2-05000000000000

21 esperar que se me perdone; por eso quien me ha- llare en el camino, me matará. » Aseguróle el Señor que no le sucedería lo que se temía, y al efecto puso en su cuerpo una señal, para que, al advertirla, las gentes conocieran á Caín, y no le matasen. Créese que esta señal, impresa por Dios en Caín, consistía en un continuo temblor de todo su cuerpo, acompañado de un semblante tan horrible, que daba espanto el mirarlo y mani- festaba bien á- las claras lo agitado del espíritu del infeliz ase sino. 8. El Diluvio. Dios concedió á Adam otro hijo, llamado Set, parecido á Abel en la inocencia y pureza de sus cos- tumbres. A los descendientes de Caín se les llama hijos de los hombres. porque se cuidaban más de sa- ciar sus malvados instintos, que de servir fielmente á Dios; en cambio á los descendientes de Set se les llama hijos de Dios, porque resucitaron y pusieron en práctica las virtudes de Abel. Bien pronto comenzaron los hijos de los hom- bres á llenar la tierra de crímenes y vicios los más detestables ; y lo peor fué que arrastraron también á la maldad á los hijos de Dios, quienes llegaron á to- mar por mujeres á las perversas hijas de aquellos. Así nacieron los famosos gigantes, que tiranizaron á las gentes con sus excesos y soberbia, y pervirtie- ron á la humanidad con su lujuria. Viendo el Señor tan desordenado el género humano, se arrepintió de haberlo creado y resolvió destruirlo juntamente con los animales y demás seres vivientes que pobla- ban la tierra. Sin embargo, antes de poner en ejecu- ción los planes de su justa venganza, avisó á los peca- dores, y dióles ciento veinte años de tiempo para ha- cer penitencia. En vez de aprovecharse los hombres del aviso del Señor, se entregaron por el contrario á la abomi-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz