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HS = severamente que ni él ni sus compañeros osaran ha- hlar ya de Jesús. Mas Pedro y Juan, fortalecidos por el Espíritu Santo, dijeron al Sanhedrín : «No pode- mos complaceros ; ¿hemos de desobedecer á Dios por obedecer*á vosotros ? No podemos menos de decir lo que por nosotros mismos hemos visto y oído. » 57. Vida de los primeros fieles. Tan desprendidos de los bienes de la tierra vivían los primeros fieles, y tan estrechamente unidos esta- han con los vínculos de la caridad, que rehusando te- ner nada propio, entregaban á los apóstoles sus rique- 7as, para distribuirlas conforme lo pedían las necesi- dades de cada uno. Asiduos en la comunión eucarísti- ca y en la oración, fieles seguidores de la doctrina de los apóstoles, formaban un solo corazón y una sola alma por la unidad de la fe y la unidad de aspiracio- nes : cuya principal ocupación era adorar al Padre y á Jesucristo en verdad y en espíritu, y observar todas aquellas cosas enseñadas por Jesús á sus discípulos. Un ejemplar castigo impuesto por Dios á Ana- nías y á Safira por una culpa venial, cual es el proferir una mentira, llenó de espanto los ánimos de los pri- mitivos fieles. Habían vendido estos dos esposos un campo de su propiedad, y reservándose en silencio parte del importe de la venta, entregaron lo restante á los apóstoles, pretendiendo engañarlos como si les hubieran entregado todo el importe. Sabiendo Pedro su torcido intento por divina inspiración, dijo á Ana- nías : « ¿Por qué te has dejado seducir de Satanás, ocultando parte del precio del campo, y presentán- dote como si nada te hubieras reservado ? ¿No po- días haberte quedado libremente con el campo ó con el importe entero, conforme estaba en tu derecho ” ¿A quién, pues, pretendías engañar ? ¿A los hombres ? Na has mentido á los hombres, sino á Dios. » Oyendo

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