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237 sabes, Señor, que yo te amo. » — Y añadió Jesús por segunda vez : « Apacienta mis corderos. » — Tercera vez preguntó Jesús: «Simón, hijo de Juan, ¿me a- mas ?» — Acometió á Pedro profunda ti'steza por exigirle Jesús tres veces la misma protesta de amor, sin duda para reparar su triple negación, y con el mayor respeto y humildad contestó á su Maestro: «Tu conoces, Señor, todas las cosas ; tú sabes que yo te amo.» — Y Jesús añadió : « Apacienta mis ovejas. » En virtud de estas palabras el divino Maestro constituía á Pedro en cabeza y pastor supremo de su rebaño, cumpliendo de este modo la promesa que le hizo anteriormente al decirle : «Tú eres Pedro, sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. » 52. Misión de los apóstoles. — Promesa del Espíritu Santo. Durante los cuarenta días que el Señor permane- ció en la tierra después de su resurrección, se apare- ció muchas veces á sus discípulos para confortarles y darles sus instrucciones sobre la constitución de la Iglesia. Una de las veces habló en estos términos: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra ; id, pues, y enseñad á todas las gentes. bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas á guardar todas las cosas que os he mandado ; y ved que yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos. Quien creyere y fuere bau- tizado, se salvará ; mas el que no creyere, se condena- rá. » Cuando se les apareció por última vez, encargóles que no salieran de Jerusalén hasta recibir el Espíritu Santo. « Voy á enviaros el Prometido de mi Padre, les decía ; permaneced aquí hasta que seáis r bustecidos con la fuerza de lo alto, pues recibir is la virtud del Espiritu Santo, y daréis testimonio de m en Jerusa- lén, Judea, Samaria y hasta en las extremidades de la tierra. »

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