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— 232 — el cuerpo de vuestro Maestro ; ya lo sabemos. Mas ¿por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está ya aquí; ha resucitado, como tenía dicho: id á comunicar esta alegre nueva á sus discípulos, Las piadosas mujeres pusiéronse al punto en camino para la ciudad, poseídas á la vez de temor y de gozo, cuando á los pocos pasos aparece Jesús, saludándolas dulcemente. Con gran respeto y rebosando el cora: zón inefable alegría, se arrodillaron ellas para ado- Jesús se aparece á María Magdalena. rarle y besar sus pies. Jesús les dijo: « Id á decirá mis discípulos que vayan á Galilea, donde me verán.» Los apóstoles atribuyeron la narración de las pia- dosas mujeres á ilusión y excesiva sensibilidad de su fantasía. 2. A María MAGDALENA. — Cuando Pedroy Juan, avisados por María Magdalena, llegaron al se- pu cero, lo examinaron minuciosamente; y aunque ha- llaron la sábana y los lienzos en que fué envuelto el

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