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A“n no se daban por satisfechos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. Tenían muy presente en la memoria que Jesús había prometido en vida que al cabo de tres días resucitaría, y teme- rosos de ser víctima de algún ardid hábilmente eje- cutado por los discípulos del Salvador, fueron á decir á Pilato : « Manda, te rogamos, poner guardias en su El cuerpo de Jesús es depositado en el sepulcro. sepulcro, no sea que sus discípulos se lo lleven, y ha- gan después creer al pueblo que ha resucitado; y sea el nuevo error peor que el pasado. » — Pilato con- testó : « Ya ten is guardias, haced que lo vigilen se- gún vuestros deseos. » Fueron, pues, al sepulcro, lo cerraron y lo sellaron, dejando allí algunos soldados para custodiarlo.

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