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224 patio del pretorio, cubrieron sus hombros con un man: to roto de grana, pusiéronle en la cabeza una corona de espinas, y en la mano derecha una caña por cetro, y pasando por delante de él, doblaban la rodilla, Jesús es coronado de espinas. diciendo entre estrepitosas carcajadas: «¡Dios te guarde, rey de los judíos ! » Terminaban la sarcástica ceremonia con escupirle en el rostro y darle de bofe- tadas. 44. Jesús condenado á muerte. Pilato hizo comparecer á Jesús ante el pueblo en el lastimoso estado en que le dejaron los soldados, creyendo equivocadamente que se amansarían su odio y fiereza á la vista de tanto infortunio. « Aquí os le traigo, decía á las turbas, para que sepáis que no encuentro en él delito alguno. ¡Ved ahí al hom- bre ! » — Cuando los judíos vieron á Jesús, prorrum- pieron en infernal gritería, diciendo : «¡Muera ese hombre ! ¡Quítalo de ahí ! ¡No le vean nuestros ojos! ¡Crucifícale, crucifícale l» — «¿A vuestro rey he de

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