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Ya se deja adivinar cuánto disfrutaría Herodes por tener á Jesús en su presencia, si se tiene en cuenta que era grande su empeño de verle hacer alg n mila: gro. Mas Jesús, no solamente no satisfizo su frívola curiosidad, pero ni siquiera desplegó los labios para contestar á las acusaciones que se le hacían ; lo cual fué motivo para que Herodes manifestara mucho desprecio de Jesucristo, y después de hacerlo vestir pap AN rra vd di ! ] Jesús llevado á presencia de Pilato. por escarnio con un ropaje blanco, lo remitió 4 Pilato. « ¿Qué has hecho ?, decía éste á Jesús; tus pai- sanos y los pontífices te han tra do á m. ¿Eres tú por ventura, como dicen, rey de los judíos ?» — Jesús contestó : « Sí, lo soy ; pero mi reino no es de este mundo ; si lo fuera, mis soldados lucharían por librarme de los judíos. Yo vine á este mundo para dar testimonio de la Verdad. » Pilato se dirigió á los príncipes de los sacerdotes y á los ancianos del pue

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