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giéndose á Adam, dijo: que por fin tomó uno y comió. Ofrecióle enseguida á su marido, quien, por no disgustar á su esposa, co- mió también. En aquel mismo instante abriéronse sus ojos, pero de bien diferente manera de la que ellos se habían imaginado; avergonzáronse de verse des nudos, perdieron la inocencia en que fueron creados por el Señor y sintieron por vez primera en su vida el desorden de las pasiones alborotadas. 6. Castigo del pecado y promesa del Redentor. No bien oyeron nuestros primeros padres la voz del Señor, que paseaba por el Paraíso, corrieron á ocultarse, avergonzados en la espesura del bosque. Como el Señor no les viese por allí, pregunta : « Adam, ¿dónde estás ? » Bien sabía el Señor dónde se hallaba escondido Adam, pero como con su desobediencia ha- bía perdido á Dios, y Dios se había separado de él, por eso anda como buscándole y llamándole. Respondió Adam : « He oído, Señor, tu voz, pero héme llenado de vergiienza, porque estoy desnudo, y así temí po- nerme en tu presencia.» Dícele Dios: « « ¿Quién te advirtió de que estás desnudo, sino el haber comido del fruto del que yo te había prohibido que comie- ras 2?» Adam respondió : « Fué Eva quien me lo dió para que comiera, y lo comí. » Entonces dijo Dios á la mujer : « ¿Por qué has hecho esto ? » Ella respon- dió : « La serpiente me engañó, y comí. » Maldijo Dios á la serpiente, causadora de ta- maña iniquidad, y anunció su humillación con estas pialabras : « Yo pondré enemistades entre ti y la mu- jer, y entre tu raza y su descendencia; ella quebranta- rá tu cabeza, y tú andarás acechando á su calcañal.» Condenó po á la mujer en castigo de su pecado á estar sujeta á su marido y á sufrir las incomodidades que debía ocasionarle la crianza de sus hijos. Y diri- «Maldita sea la tierra por
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