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a Habiéndose enterado Jesús de la injusta dispo- sición de los fariseos, fué á verse con el mendigo y le dijo : « ¿Crees tú en el Hijo de Dios ? » — El mendigo respondió : «¿Quién es, Señor mío, para que al punto crea yo en él 2» — Jesús añadió : « Mirándole estás; es el mismo que ahora habla contigo. » — «¡Dios mío, creo ! » dijo el mendigo, postrándose y adorandoá Jesús. 28. Resurrección de Lázaro. Entre los milagros obrados por Jesucristo, el de la resurrección de Lázaro fué sin duda el más famoso. Vivía Lázaro con sus dos hermanas Marta y María Magdalena en Betania, lugar poco distante de Jeru. silín. Tenía Jesús particular afecto á esta familia, «y cuya casa solía hospedarse, cuando daba alguna excur- sión por aquellos contornos, y era atendido y agasaja- do por los tres hermanos con respetuosa deferencia, Habiendo caído Lázaro gravemente enfermo, sus hermanas enviaron á decir á Jesús: « Señor, el que amas, está enfermo.» — « Esa enfermedad, respondió Jesús, no es de muerte, mas servirá para patentizar el poder de Dios á honra y gloria de su Hijo. » Sin embargo, Lázaro murió al poco tiempo, y lo manifestó Jesús á sus discípulos, diciendo : « Nuestro amigo Lázaro ha muerto, y huélgome por vosotros de no haber estado allí, para que tengáis ocasión de creer; mas ahora vamos á él. » Cuando Jesús llegaba á las puertas de Betania, hacía ya cuatro días que el cadáver de Lázaro lo ha- bían sepultado. Corrió Marta al encuentro del divino Maestro, diciéndole, anegada en llanto : « Señor, si hu- bieras estado aquí, mi hermano no habría muerto; sé, no obstante, que Dios te otorgará cuanto le pidie- res. » — « Marta, dijo Jesús, tu hermano resucitará. » «Ya sé, replicó ella, que resucitará en el último

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