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— 14M — terrible sentencia, se arrojó el infeliz á los pies de rey, diciendo : « Aguardad, señor, unos días, que yy procuraré pagarlo todo á vuestra majestad. Movido el rey á compasión, perdonóle la deuda y le despidi afablemente. » Muy otro fué el proceder del súbdito, cuando encontró con un compañero suyo que le debía cien denarios; porque, arrojándose sobre su cuello, apre tábale fuertemente la garganta, diciendo: « Ahom mismo has de pagarme lo que me debes, si no quieres morir estrangulado. » En vano rogaba +1 desgraciado que tuviese paciencia, y todo se lo pagaría ; el des. piadado acreedor, tan lleno de avaricia como vacío de compasión, hizo que metieran á su compañero en un calabozo. » Los amigos del encarcelado dieron cuenta al rey del proceder inicuo de su criado, al que, habiendo aquél llamado á su presencia le dijo : «¡Maldito eria- do ! yo te perdoné la deuda, movido á compasión por tus súplicas, y ¿no has sabido tú perdonar á tu amigo, ni te has compadecido de sus lágrimas ? » — Inme- diatamente ordenó á los verdugos que le afligiesen con diferentes tormentos hasta pagar toda la deu- da. » Después de esto exclamó Jesús: «Eso mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón á vuestros hermanos. » EL RICO AVARIENTO Y EL POBRE | ÁZARO.— Por medio de esta parábola encarece el divino Maestro la necesidad de hacer limosnas. « Había, dice, un hom- bre rico, que vestía lujosamente y se hacía servir en sus comidas los manjares más exquisitos y las bebidas más delicadas. 4 la puerta de su palacio yacía en tie- rra, plagado de llagas, un mendigo, llamado Lázaro, que hubiera tenido á gran dicha hartarse de las mi-

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