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se la entregó, y marchándose el mancebo á luengas tierras, la disipó enteramente dándose á vida licen. ciosa. Al cabo de algún tiempo, sobrevino en aquél país un hambre espantosa, y no hallando el pródigo otro modo de sustentarse, se puso al servicio de my labriego, que lo mandó á su cortijo á guardar los cer. io dos. » De buena gana se habría hartado el hijo pródig de las bellotas que comían aquellos animales; peropi aun eso le era permitido. Miseria tan grande le hi Parábola del hijo pródigo. entrar en sí mismo, y recordando su primera posición, se decía : « ¡Hasta los criados tienen en casa de mi pa: MES dre pan de sobra, y yo estoy aquí pereciendo de ham bre ! ¡Oh ! yo volveré á mi padre, y le diré : « Padr mío, pequé contra el cielo y contra ti; ya no merezo MH Ñ ed : We llamarme hijo tuyo, pero me veré dichoso, si me tre us tas siquiera como criado. » dd ed « Verle de lejos el padre y correr al encuentro del MEE hijo, abrazarle y besarle tiernamente fué cosa de u 13 ¿da momento. « Padre mío, dijo el pródigo, he pecado

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