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— 188 — " : ———” le tenían por profeta. En la cárcel misma donde es. taba detenido, tuvo Juan Bautista noticia de las ma. ravillas obradas por Jesús; y para acabar de una vez con las dudas y vacilaciones de sus discípulos, mandó á dos en comisión á hacerle la siguiente pre gunta : « ¿Eres tú el Mesías, Ó debemos esperar¿ otro ?» — Jesús respondió: «Id, y contad á Juan las cosas que habéis oído y visto : cómo los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, oyen los sordos, los muertos resucitan y se anuncia el evan- gelio á los pobres. ¡Bienaventurado quien de mí mo se escandalizare ! » Cuando los discípulos de Juan volvieron llevan: do la respuesta, dijo Jesús á los circunstantes: «¿Qué habéis visto en el desierto ? ¿Alguna caña, que á todo viento se mueve ? ¿A un hombre vestido con lujoy afeminación ? Los que visten de este modo, viven en los palacios de los reyes. ¿Habéis, en fin, visto en el desierto á algún profeta ? Ciertamente que sí, y aun mucho más que profeta. Yo os aseguro que de entre nacidos de mujer nadie es superior á Juan Bautista; sin embargo, el menor del reino de los cielos es supe: rior á él. » 23. Degollación de Juan Bautista. El día de su cumpleaños dió Herodes Antipas un banquete á sus cortesanos, y, al terminarse, bailó la hija de Herodías tan á gusto y satisfacción del prín- cipe, que all mismo la prometió con juramento darla lo que ella pidiese : aun la mitad de su reino. La bai- larina corrió á preguntar á su madre : « ¿Qué pedi- ré ? »- Pídele, contestó ésta, que te dé en un plato la cabeza de Juan Bautista. » Así lo hizo la hija. Con- tristóse mucho el rey por la petición inesperada de la joven; mas, en atención á su juramento y á los con- vidados, mandó degollar á Juan y entregar su cabeza
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