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A o el agua, quedaba al punto sano de su enfermedad Por eso al borde de la piscina solía haber gran multi- tud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, esperan- do el momento en que las aguas comenzaran á agi- tarse, para arrojarse á ellas. Entre éstos había uno, enfermo hacía ya 38 años, al cual preguntó Jesús: ¿Quieres ser curado ?» — «Señor, respondió el enfermo, no hay aquí una persona para sumergirme en la piscina así que el agua comience á agitarse ; de suerte que, para cuando yo voy, ya otros han sido su- mergidos en ella. » — Dícele Jesús : « Levántate, coge la camilla y anda. » De repente se sintió sano el en- fermo, cogió la camilla y se marchó. Sucedió esto en un sábado. Los judíos le dijeron : « ¿Has por ventura olvidado que hoy es sábado y no te es lícito llevar la camilla ? » — El paralítico respondió : «El que me ha curado, ese mismo me mandó que tomase la ca- milla y echara á andar. »

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