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Ps abro ES Ms E w A 4 H É 11 | ml FER ' 1 4 cb des rán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta e] último ápice. El que á la vez enseñare y guardare los mandamientos, será grande en el reino de los cielos, Si al presentar tu ofrenda en el altar, te acordares de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, vé pri. mero á reconciliarte con él, y vuelve después para pre- sentar tu ofrenda. Si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, sácale y arrójale fuera de ti ; y si es tu ma- no derecha la que te incita á pecar, córtala y tírala lejos de ti, porque preferible es perder uno de estos miembros á ser arrojado con el cuerpo entero en el infierno. » Vosotros decís que no se debe jurar en falso, Pero yo digo más : de ningún modo juréis sin justo motivo, mas contestad sencillamente sí ó no á lo que se Os pregunta. » Vosotros creéis que la ley se cumple suficien- temente amando al amigo, y que os es lícito odiar al enemigo. Pero yo digo más : amad á vuestros enemi- gos, haced bien á los que os aborrecen, orad por los que os persiguen y calumnian, para que seáis imita- dores de vuestro Padre celestial, que hace nacer su sol para buenos y malos, y llover sobre justos y peca- dores. » No hagáis obras buenas con el fin de que os vean las gentes. Cuando des limosna, no se aperciba tu ma- no izquierda de lo que hace tu derecha, á fin de que la vea solamente tu Padre celestial. » Cuando ayunéis, no os pongáis cariacontecidos como los hipócritas, quienes desfiguran el rostro para mostrar á los hombres que ayunan ; con lo cual reci- ben ya su galardón. Contentaos con que el Padre ce- lestial sepa que ayunáis, para daros la debida recom- pensa. » No seáis demasiado solícitos en amontonar tesoros en la tierra, donde el orín y la polilla los con-

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