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, Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios , Bienaventurados los que padecen pe 'cución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos de vosotros, si los hombres os maldijeren y os persiguieren por causa mia. “ Dirigiéndose luego á los apóstoles, decía : « Vos otros sois sal de la tierra ; si la sal se hace insipida, para nada sirve ya sino para ser arrojada y pisada A A A El sermón de la montaña. de los hombres. Vosotros sois luz del mundo; así co mo una ciudad edificada sobre un monte no puede ocultarse, ni se enciende la luz para ponerla debajo del celemín, sino sobre un candelero, á fin de que alumbre á todos los de la casa, así debe brillar vues- tra luz entre los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen al Padre celestial. No he venido yo á destruir la doctrina de la ley ni la de los profetas, sino á cumplirla ; y antes falta-

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