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176 Absorta la mujer en lo que acababa de oir, deja el 'ántaro juntoal pozo y marcha á la ciudad, exclaman- do: « Venid á ver á un hombre que me ha declarado todocuanto yo he hecho; ¿será por ventura el Cristo?» Entretanto, llegaron los discípulos y ofrecieron de comer á su Maestro. Mas Jesús les dice : « Tengo yo un manjar, que vosotros no conocéis : mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y dar cumpli- miento á su obra. Alzad vuestros ojos, tended vues- tra mirada por los campos, y ved cuán doradas y á punto de segarse están las mieses. » A ruegos de los samaritanos detúvose Jesús dos días en su compañía, enseñándoles su celestial doc- trina. Después decían los samaritanos á aquella mu- jer: «No tenemos ya necesidad de creer por lo que tá nos dijiste, pues nosotros mismos le hemos oído, y hemos conocido que es verdaderamente el Salva- dor del mundo. » 19. Doctrina de Jesucristo. EL SERMÓN DE LA MONTAÑA. — Seguido Jesús de los doce apóstoles y de muchedumbre innumerable, subió á un monte, desde el cual habló en los términos siguientes : « Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. » Bienaventurados los mansos y humildes, por- que ellos poseerán la tierra. » Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. » Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. » Bie aventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. » Bienaventurados los limpios de corazón, por- que ellos verán á Dios.

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