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175 agua, para que no vuelva á tener sed, ni haya de ve- nirá este pozo á saciarla. » Jesús, por toda respuesta, ] manifestó ciertos actos ocultos y el estado de la con- ciencia de la pobre samaritana. Esta, compungida, dijo á Jesús : « Reconozco, Señor mío, que eres un profeta. Nuestros padres adoraron á Dios en este monte ; ¿por qué decís vosotros que Jerusalén es el lugar donde debe adorársele ? « Créeme, mujer, respondió Jesús, no precisamente Jerusalén ni este Jesús y la Samaritana. monte, sino cualquier lugar es á propósito para ado- rar á Dios. Verdad es que el Salvador procede de los judíos; pero ha llegado ya el momento de que se adore al Padre en espíritu y en verdad, pues Dios es espíritu y la misma verdad. » — La mujer añadió: q «Sé que está para venir el Mesías, y cuando él viniere, ; nos enseñará cómo habremos de conducirnos en ese asunto. » — Entonces Jesús le dice : «Yo soy el Me- sías, yo mismo que estoy ahora hablando contigo. »

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