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o E Á un Pl É 5 Y Nicodemo : « ¿Cómo puede nacer un hombre sien. do viejo ? — Replicóle Jesús : « No te extrañes si tg digo que es preciso nacer otra vez por el bautismo del agua y la gracia del Espíritu Santo ; pues, á la manera que el aire sopla por todas partes, y tú lo sientes, pero no sabes de dónde sale ni á dónde ya, así sucede con los que nacen del espíritu. » — Niep. demo añadió : « ¿Cómo puede hacerse esto ? » — Y Jesús : «Tu eres Maestro en Israel, ¿y no compren. des estas cosas ? Así como Moisés levantó en alto en el desierto la serpiente de bronce, así también es me- nester que el Hijo del hombre sea levantado en alto, á fin de que los que en él crean, no perezcan, sino lo- gren la vida eterna. Tanto amó Dios al mundo, que le dió á su Unigénito Hijo ; no le envió para condenar al mundo, sino para que éste se salvara por su media- ción. Quien no crea en él, no necesita que se le con. dene, porque ya está condenado por el mero hecho de no creer en el ; ombre del Unigénito de Dios. » 18. Jesús y la Samaritana. Yendo Jesús á Samaria, paróse á descansar jun- to á un pozo cerca de la ciudad de Sicar, llamadoha fuente de Jacob. Estando allí, fué una mujer sama ritana á sacar agua del pozo, y Jesús pidióle de beber, Asombrada de su petición, dijo la mujer : « ¿Cómo pides de beber tú, que eres judío, á mí, que soy sa- maritana ? pues los judíos se desdeñan de comuni car con los samaritanos, » — Jesús respondió : «Si supieras quién es el que te pide de beber, tú mismase lo pedirías, y él te daría agua viva para beber. Cual quiera que bebiere del agua de este pozo, volverá á tener sed ; pero el que bebiere del agua que yo le die- re, no volverá á tenerla, porque esa agua mía se con- vertirá dentro de su corazón en un manantial peren- ne. » — «¡Oh Señor ! exclamó la mujer, dame de esa

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