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— 169 — «Hemos hallado á Jesús de Nazaret, de quien Moisés y los profetas han escrito. » — « ¿Cómo es eso ? con- testó, asombrado Natanael; ¿puede por ventura ve- nir de Nazaret nada de bueno ? » Cuando Jesús vió ¿ Natanael, exclamó : «He ahí un verdadero israe- lita, que no conoce doblez. » — « ¿De dónde me cono- ces?» preguntó, admirado, Natanael. Jesús le respon- dió: « Antes que Felipe te llamara, ya te había visto yo, cuando estabas debajo de la higuera. » Entonces exclamó Natanael : « ¡Oh Maestro mío ! ¡Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel !» Jesús aña- dió: « Has cre do en mí, Natanael, porque dije que te había visto debajo de la higuera, ¿no es verdad ? Pues yo te aseguro que aún verás cosas mayores ; por- que día llegará, en que ver is abierto el cielo y á los ángeles sirviendo al Hijo del hombre. » 12. El Colegio apostólico. Muy pronto se vió Jesús rodeado de muchedum- bre de personas de toda condición, ávidas de escu- char su sublime doctrina y seguir sus enseñanzas. El sapientísimo Maestro escogió de entre ellas á doce para apóstoles, ó enviados suyos, á saber: Simón, por otro nombre Pedro, y Andrés, hermano suyo; Santiago y Juan, hijos de Zebedeo ; Felipe y Barto- lomé, Mateo, Tomás, Santiago y su hermano Judas Tadeo, Simón el Celador y Judas Iscariote, que ven- dió á su Maestro. Más tarde escogió setenta y dos discípulos, y les envió á predicar de dos en dos, al igual que á los apóstoles, por los lugares por donde debía él pasar. 13, Jesús confía á Pedro el poder supremo de la Iglesia. Caminando Jesús con sus discípulos hacia el territorio de Cesarea de Filipo, hízoles esta pregunta : «¿Por quién me tienen las gentes ?» Ellos respon-
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