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159 — 4. Juan Bautista. Conforme á la promesa del ángel á Zacarías, Isabel tuvo á su tiempo un hijo, al cual quiso poner por nom: re Juan. Opusiéronse sus parientes y veci- nos, aduciendo por motivo no haber en su parentela quien se llamara con ese nombre. Preguntaron por señas á Zacarías cómo habían de llamar al niño, y, pues no podía hablar, escribió en una tablilla estas palabras : «Juan es su nombre. » En el mismo ins- tante soltósele á Zacarías la lengua. y lleno del Es- píritu Santo, exclamó : « Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido á su pue- blo, suscitando un poderoso Salvador en la casa de David, para librarnos de nuestros enemigos, según prometió á nuestro padre Abraham. ¡Oh niño! tú serás llamado profeta del Altísimo, porque irás de- lante del Señor para preparar sus caminos. » 5. Nace Jesús en Belén. El emperador de Roma, César Augusto, dió un decreto ordenando que todos los habitantes de Ju- dea se empadronasen en el lugar de donde era origi- naria su familia. José y María, como descendientes de la casa de David, partieron para Belén, ciudad donde nació el vencedor de Goliat. Estaba Belén tan llena de forasteros, que no pudiendo encontrar lugar acomodado para albergarse, se vieron en la pre- cisión de retirarse á un establo cerca de la población ; allí dió María á luz un niño hacia la media noche. A esa misma hora, estando unos pastores guardando sus rebaños, fueron envueltos de improviso por la claridad maravillosa de un ángel, que, hablándoles dulcemente, les decía : « Pastores, vengo á daros una alegre noticia : acaba de nacer en Belén el Salvador del mundo; id, y le hallaréis envuelto en pañales y

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