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rusalén, el cetro real se retiraba de la estirpe de Ja. cob, para trasladarse á la casa de los idumeos. Era, pues, llegado el tiempo de la venida del Gran Restaurador, del Deseado de las naciones, tantas veces prometido por Dios á los patriarcas y anuncia. do por los profetas, Rey inmortal de los siglos, cuyo reino no tendrá fin. Este es Nuestro Señor Je -sucristo, Hijo de Dios vivo, que por amor de los hombres g vistió de nuestra carne y tomó todas nuestras Miseé- rias, á excepción del pecado, para restituirnos á k primera santidad en que fué creado el hombre. A dl sea honra y gloria por los siglos de los siglos. FIN DEL ANTIGUO TESTAMENTO,

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