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pedía un hedor inaguantable para los circunstantes y aun para el mismo enfermo. Entonces recordó el desdichado, uno por uno, los daños que causó á Jeru- salén, reconociendo en aquella calamidad la mano del Señor, que le castigaba de manera tan desusada por sus pasados crímenes ; pero su tardío y nada sincero arrepentimiento no consiguió aplacar la cólera del cielo, que condenaba al desventurado á morir lejos de su patria entre los más acerbos dolores. 111. Los ángeles luchan á favor de Judas. Resuelto Antíoco Eupator, hijo del anterior, á reconquistar la Judea, fué á someterla con un pode- Muerte de Eleazar. roso ejército; Judas, á su vez, habiendo invocado el auxilio del Altísimo, salióle al encuentro con pro- pósito de impedirle el avance. En la lucha que se em- peñó entre ambos ejércitos, vióse descender del ciel » á cinco personajes, montados en caballos enjaezados con montura y guarniciones de oro. Dos se colocaron á ambos lados del Macabeo para defenderlo de los

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